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25 agosto, 2012

Late

Nunca llené un álbum de figuritas. Me acuerdo que me parecía un absurdo que en la puerta del colegio te regalaran todo o casi todo para que puedas completarlo. Quedaban "las difíciles" siempre, que tenías que buscar comprando paquete por paquete cada día antes de entrar y con la expectativa de cambiarlas en el recreo. Yo no, el paquete costaba 0.30 centavos, y me acuerdo que era caro. Digo, con es
e dineral podía comprarme dos heladitos naranjú, un paquete de papitas (como las que le pones a los panchos) y un guelmallen, bocha. No tener el álbum de figuritas completo no me hacía problema, prefería comer. Siempre. Eran como cinco horas diarias las que pasaba ahí adentro, como cualquier trabajo, ingresar, hacer lo que se debe hacer, no protestar, salir a un descanso, volver a ingresar, si te gusta alguien no decirlo (por que si no, no te podes sentar al lado) y si no hiciste lo que tenías que hacer, te retan y volves a tu casa afligido, pero ni siquiera nos pagaban.
A mi esa postura me indignaba, era la primera en hacer muecas a mis compañeros cuando algunos profesores amenazaban con poner un UNO en la libreta de calificaciones. Paraaaaa, un poquito de poder y ya se creen las peores personas del universo. Un uno, que significa eso ? 
Que no sabías nada. Que no ibas a conseguir trabajo. Que ese fin de semana NO salías. Que una puteada te comías. Qué tenías que pasar un mes mas acompañando la cara de orto en diciembre del profesor enculado. Asustaban con un número. Brillantes.
De no sentir miedo: eras un revelado incurable que, de hacerte el vivo, molestaban a tus padres de sus respectivos trabajos para citarlos a una charla sobre "tu conducta", y es lo único que no podías permitir que suceda... y sucedía bocha. Una vez por que alguien bailó en clase . . . Sí.

A mis profesores caretas y a los álbumes de figuritas les digo: ojala algún día salgan del cajón, empolvados y llenos de humedad como los tienen, y que ya no sirven más que para la lágrima.