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26 febrero, 2010

Soy una pelotuda, realmente sí

...y ayer he actuado nuevamente como tal. La persona que más amo en esta mísera existencia me ha pedido un solo favor y me cagué en ella. Tenía su dinero en mi bolsillo y estaba camino a comprar un álbum de monedas y billetes en plaza Flores, hasta que la lesbiana de mi mejor amiga y una cerveza en la mano me corrompieron en el camino.


Realmente sí, reitero, soy una pelotuda, pero ser una pelotuda me hace ¡tan feliz!
Una, dos, tres cervezas en un febrero tan encantador como el de estos días, sin calor sofocante ni frío agobiante. Por que si hay algo que me pone de malas es el frío. No lo tolero ni un poco, nada, una simple brisa que eriza mis pelos me cambia la cara, es el sufrimiento (entiendo bien que el calor abrasador de 40º c en un bondi del tipo línea 60, a las 6 de la tarde volviendo de laburar puede hacer que más de uno me escupa la cara, pero no comparo, y por ello lo prefiero, sí, ponerme algo ligero y dejar que mis ojos se cierren por el peso del sudor que baja desde mi frente y se infiltra hasta mis pechos).
Se que suena hipócrita que una persona como yo, que duermo largas 8-9 horas diarias como mínimo, tapada hasta las narices con el mejor polar o cubrecama térmico (ni hablar de aire acondicionado frío-calor) maldiga el frío en dichas condiciones, cuando los que sufren en carne viva, cubiertos solo por la luz de la luna y las hojas de algún diario que destiñe su prosa sobre el rostro de los niños durmiendo sobre el cemento frio, parecen no decir nada. Pero lo digo por todos, me quejo por todos, maldigo al invierno como culpable de las penas de la sociedad, si, por que si no le hecho la culpa al invierno ¿a quien más? ¿A quién renegarle ese sufrimiento colectivo?
¿Quién más si no el clima, naturaleza libre, puede ayudarnos a no sufrir al menos, AL MENOS ese padecer? Por favor no vuelvas invierno atroz, olvídate de nosotros, sigue de largo hacia otro hemisferio, ¡grito al cielo como ultima plegaria!

El día estaba esplendido, la misericordia reinaba en Caballito. ¿Y que hacíamos con Salomé en aquellos lados? Bueno, como dije antes, tenía mi misión. Comprar el álbum y retirar unos libros.
El dinero del álbum me lo gaste de entrada. Antes de retirar los libros reservados ya habíamos pasado por otros puestos y había desembolzado el capital en ofertas que creí oportunas (luego me di cuenta que me podía haber ahorrado 8 pesos, pero bueno). Es que me gusta tanto comprar libros que gasto en ellos todo lo que tengo y todo lo que no tengo también, por que pido prestado si es necesario, saco créditos y hasta soy capaz de robarlo si es necesario, también eso. (Es parte del fanatismo, algunos lo son del deporte, otros de la televisión, de las tendencias, de la idiotez… siempre hay un fan). ¿Qué tan inmoral puede ser robar un libro?
¡OHH es robar! Robar un banco, robar a una anciana, robar un libro o una película pirateada es igual para la ley. Pues realmente… me cago en la ley.

Salomé compró otra cerveza y yo me volví a sentir algo culpable por no comprar el álbum.
Me propuso ir hasta otro lugar cerca de Plaza Centenario, que fue donde nos habíamos encontrado, y que quizá ahí pudiera conseguirlo y como yo tenía un poco de dinero mío (sí, me había gastado el dinero que no me pertenecía, obviamente) podría comprarlo y cumplir con lo que me correspondía, pero llegamos y no había nada más allí que un grupo de ciudadanos bonaerenses danzando al ritmo de los tambores.
La murga popular se alzó en Plaza Rivadavia, no se mucho de murgas pero supuse que estaban ensayando por que no tenían trajes y no había muchos instrumentistas…
Grabe algunas tomas con mi videocámara, y dimos “zoom in” a una mujer de preponderante culo, ¡la de jean clarito! Realmente había que filmarla y no es para bardear si no todo lo contrario, ¿cómo una persona de su contextura física y con pantalón de jean apretadito podía dar semejantes patadas al aire y agacharse sin que una sola costura explotara? Era maravilloso.

No sabíamos que hora era realmente, pero eso tampoco importaba tanto si no comprar otra birra más.
Caminamos hasta un supermercado chino y a demás compramos unos chisitos, cuando quisimos volver a la plaza para cenar nos echaron rápidamente y nos advirtieron que si nos veían con la cerveza en la mano una nueva ley podía detenernos en la comisaría. DALE OTRA VEZ CON LA LEY, uno ahora no puede tener ni la libertad de trabajar para comprarse una cerveza en cualquier parte de la ciudad y tomarla tranquilo si no se esta pagando el 100% de más en algún bar por que: ¡Tomar en la calle es un delito! No puedo creer que una persona como yo, Aldana Antoni puro corazón, haya estado hoy dos veces al límite de terminar entre rejas. La verdad no lo podía creer y en medio de mi indignación me creí todo poderoso y me dije ¿AHH SI? ¡LEY! Te voy a dar motivos para que la sociedad me margine y ser un ente peligroso ó minimamente desagradable para todos.

Enfrente nuestro había un edificio muy antiguo y muy lindo. ¿Qué te parece si entramos? Le dije a mi compañera. Y sin decirme nada tiró el bolso en el piso, trepo las rejas, salto impecablemente y se hecho a mear al lado de la puerta. Después me trepe yo y nos metimos en la casona. Había luz y también había gente. Encendimos la cámara para intimidar… (Yo no se, realmente creo que algo tenían para ocultar, por que en cuanto nos vieron con la cámara se pusieron como fieras). Obviamente nos hecharon a los gritos y nos llamaron insolentes. Nos reímos tanto que nos caíamos al suelo, ni pensamos en trepar las rejas de nuevo para salir, así que directamente caminamos hacía el frente que estaba abierto y nos fuimos.
Eso nos dio mucha sed y ganas de mear también.

La cámara seguía encendida, nos detuvimos en una puerta y tocamos el timbre.
Un hombre salio y le dijimos si podíamos hacerle unas preguntas para un documental. Nos atendió bastante grosero pero eso no nos inhibió en absoluto, entonces le preguntamos que sabían acerca de las violaciones que se habían denunciado en aquel colegio que estaba al lado de su casa. Nos dijo que no era de la zona, que el era vigilante y que encima ese era el jardín de ese colegio. Que jamás había escuchado tal disparate.
Insistimos que nuestro trabajo era serio y que teníamos buena fuente. Mi amiga aclaró que su hermano más chico había cursado allí y que fue victima y eso motivó el documental. El hombre puso una cara tan extraordinaria que no puedo ni describirla, tendría que mostrarles el video y el momento siguiente en el que lanzamos terrible carcajada en su cara y corrimos unos 3 metros hasta el kiosco que nos vendió la siguiente cerveza. Encuestamos también al kiosquero acerca del suceso del macabro colegio, nos miró sorprendido pero nos creyó (sí, realmente la gente ve dos caras preciosas angelicales como las nuestras y cree cualquier cosa, es el poder de la imagen), igualmente nos dijo que no sabía nada al respecto y que muchos estudiantes de allí iban a ese kiosco, que le preguntaría a ellos.
En la calle paramos a dos personas más con el mismo fin… ya para entonces el chisme del viernes por la mañana estaba resuelto. Las chicas del documental y las madres buscando nuevo colegio para sus hijos por los rumores de violación (¿¿¿PARA TANTO????) Bueno, puedo estar exagerando, pero fue divertido pensarlo así.

Habíamos hablado de arte con el vendedor de la librería, habíamos hablado de problemas sociales con los vecinos y ¿qué nos faltaba? ¡Sí! Encontrarnos con una esquina de militantes kischneristas (o como sea que ese apellido se escriba).
Eso fue una total bizarreada, no sabíamos ni lo que decíamos, nada más teníamos la intención de molestar. Lamentablemente la filmación de esa escena se nos borro por que Salomé no apretó Stop, pero con decirles que entramos a hablar de política (¿?), y que al salir escuchamos las carcajadas de estos, retumbando en los edificios a punto de caerse en nuestras cabezas, realmente sí, nos daban muchas ganas de que se nos caigan en la cabeza por que eso nos haría reír mucho más de lo que ya no nos permitía el cuerpo.
Las desgracias nos encantan, mórbidas incorruptibles, no podría ser más feliz de lo que soy si no fuera por que detesto absolutamente todo, por que está todo podrido, hasta yo apesto y lo sé, pero así también lo acepto, como lo acepto lo amo. Todo lo que odio y todo lo que amo son la misma cosa, es el equilibrio y así me mantengo tranquila, brillante y alegre quejándome de la mísera existencia que nada va a cambiarla, ya no.
Soy así soy con todo, cualquier cosa que este a punto de sacrificar mi bienestar, lo aparto. Me alejo, lo acepto.
Es una actitud bastante egoísta lo sé. Si me he alejado de tantas cosas y personas inclusive por que en algún instante me corrompieron el alma… y no me importa si no fue apropósito, si es por ley, si es por desgracia, oh no. Mi felicidad es intocable. Por que puedo padecer la peor de las agonías pero solo me aniquilará si permito su instancia en mí. Me importa un cuerno si se me refuta que haría o que pasaría en alguna ó en otra situación. Si no me pasó, no es mi problema, cuando sea mi problema veré. Pero hoy no y hoy soy yo y mi bienestar y nada más, y si... la verdad que suena como un pedazo de mierda, pero yo creo que es inmenso amor… pasa que claro, no es un amor etiquetado como el que todos conocen. Es amor de verdad, amor hacia mi y hacia la vida, por que cuando uno se pone a pensar en el otro deja de estar en el presente, y pensar no sirve de nada, las ideas no son nada. Estamos acá y no hay instantes vacíos, en el momento que la mente se nos va para pensar en la caca que sea, nos perdimos… nos perdimos de lo que paso al lado nuestro, nos perdimos en la lectura que se torna confusa y te lleva a releer el párrafo completo de nuevo, nos perdimos de oír todos los sonidos, de oler todas las cosas, de percibir todas las energías.
Yo amo a todos y amo a todo, y por eso mismo tengo que anunciar lo que aborrezco, por que no hay amor si no hay verdad y la única verdad que podemos contemplar es la nuestra. Lo demás puede ser ilusión.

Seguimos con nuestra birra bajo el brazo retomando camino hasta Plaza Centenario otra vez… estaba oscuro y bastante turbio, pero nos encontramos con una montonera de gente corriendo y otros grupos con ropas deportivas.
Prendimos de nuevo la cámara, simplemente “documentábamos las diferentes acciones nocturnas durante la semana en la zona” y en cuanto aparecimos con la cámara ya se encaminaron dos figuretis a pararse en frente nuestro con un amigo abrazado… ¿Por qué carajo hacen eso? Siempre aparece lo mismo, un salame abrazado del amigo para decir algo como: ¡un saludo para todos los pibes! ó ¡AGUANTE CHACA PAPÁ! … como si por esa acción pareciera menos idiota, o quisiera que su amigo… de última… si alguien llega a ver el video y le dice algo… también quedara como un salame y no se rieran de él solo (quisiera creer). Eso duro solo unos minutos y cuando nos fuimos les dijimos que iban a salir durante la semana por Canal Oeste, que se buscaran (¿Nos habrán creído? Salames.)
Nos fuimos a tirar a unos bancos cerca y a comer el paquete de tutucas que habíamos comprado en la última parada. Esa golosina si que es genial… es un telgopor compacto dulce que se mete en los dientes y pecado resulta querer sacarlos de ahí. Eso y con birra caliente estabamos donde queríamos.
Había unos jipis cerca y como ya estabamos en rol de dirección también los grabamos. Hacían una boludez con unos instrumentos artesanales… tocaban mal realmente, pero nos dimos cuenta que la finalidad era otra y era bellísima. No era la perfección, era la acción de estar todos juntos en semicírculo compartiendo el sonido del viento entrando por las cañas de alguna planta compenetrados todos con todos, la esencia natural y llena de amor. Tendría que haberme sacado la remera para mostrar mi respeto libertino. Era una comunión, y me sentí muy bien de estar ahí en ese momento.
Al siguiente instante volvimos a nuestras decadentes carcajadas con los últimos sorbos de cerveza y nuevas ganas de orinar. Así que abandonamos la armonia para compenetrarnos profundamente con la naturaleza de los árboles y sus sombras oportunas. Renacimos.

Caminamos costeando el lago artificial… ese que le da belleza a la zona con el resplandor de la luna sobre el agua podrida y llena de mierda de los pobres infelices patos que compraron para poner de adorno…
¡Escuchamos tambores macabros! Esa música nos liberó tanto que terminamos bailando con los pies sangrandos por la botella que se partió de un golpe en el piso y tan libremente nos sentíamos que dormitamos unas 3 o 4 horas abrazadas en el pasto.
Cuando nos levantamos se me volvió la imagen de mi abuela pidiéndome el álbum de monedas y billetes que hace tanto le prometí…
Realmente sí, soy una pelotuda por no haber comprado el álbum… me corroe. Pero que más daba… me divertí.

¿Tengo que poner una excusa ahora por que no lo compre? ¿Qué pasa si digo la verdad?
Estoy segura de que se van a enojar... ¿a vos que te parece?
No voy a mentir. En las cosas simples y cotidianas la gente suele decir mentiras para no provocar conflictos… o sea, por miedo. Eso justifica que las grandes verdades universales se nos oculten para no generar caos, o sea ¡pánico!, pero no deja de ser una negación…
la verdad tiene tantas responsabilidades que el hombre no puede tolerarlas, el hombre no puede aceptar al hombre como es, no puede aceptar a nada como es, por eso miente, por eso pone leyes, por eso crea estereotipos para que todos sigan y parezcan iguales. Y a los que no son, son una barbaridad, una especie rara, unos degenerados y chirusos de 4ta.
Solo pido una cosa: Denme verdad por yo doy la mía (aunque no les guste, aunque les sea vulgar, aunque les parezca inmoral o aberrante, absurda e irresponsable) acepten, deslícense, sean ustedes entes vivientes.

Vean: